jueves, 5 de febrero de 2015

Hipócritas

"Creo que la teología ha evolucionado sin alterar el eje central ni la base de la misma." 

Hipócritas 

Por: Rubén David - Estudiante de Teología
  
Leía un libro de David Kinnaman titulado “Casi Cristianos” donde se exponen las razones principales, según un estudio de campo, por las cuales las personas dejan de asistir o no asisten a la iglesia.  Uno de los capítulos habla sobre la “hipocresía”; sobre cómo los no cristianos creen que los cristianos somos “hipócritas”. 

Captó mi interés porque, según el estudio, no somos hipócritas porque decimos una cosa y hacemos otra, sino más bien somos hipócritas porque no somos abiertos en admitir nuestras fallas, nuestro pensamiento o nuestro estilo de vida.  O sea, los no cristianos nos reconocen como hipócritas cuando creemos que no somos pecadores, cuando no somos abiertos con nuestra vida o cuando intentamos aparentar ser más santos que San Pedro. 

Me impactó mucho saber que, nuevamente según este estudio, lo que las personas no cristianas esperan de nosotros, los que sí nos identificamos como cristianos, son: apertura, honestidad e igualdad.  Esperan que reconozcamos que ambos, ellos y nosotros, somos hijos e hijas de Dios y de este planeta, que somos humanos todos y que el hecho de profesar una fe no nos hace más ni menos que ellos.  

Esto me lleva a pensar que este asunto representa un enorme problema porque muchas veces es dentro de la misma iglesia donde no podemos ser totalmente honestos por miedo a ser juzgados.  Sea porque somos demasiado conservadores y nos acusen de ridículos o homofóbicos o porque seamos demasiado abiertos y nos acusen de pecadores empedernidos. Entendí que es dentro de la misma iglesia donde comienzan muchas veces esos problemas de “hipocresía”.

Este asunto de “hipócritas” dentro la iglesia llamó mucho mi atención, más aún cuando siempre me he considerado una persona con una mentalidad bastante amplia y abierta dentro del cristianismo.  Me crié en un hogar donde la iglesia era y es lo primordial, mis padres y familiares me lo enseñaron así.  No lo acepté, sin embargo, porque me lo presentaran “así porque sí” sino más bien, mi convicción con Jesús se debe a una experiencia real de fe y a un estudio serio y claro que me ha llevado a la conclusión de que vivir dentro de los parámetros y bajo las enseñanzas de Jesús es la mejor opción para mi vida.

No obstante, quizás por la apertura y ambiente familiar en el que me crié, mezclado con los años que pasé viviendo sólo y las experiencias de marginación vividas dentro de la misma iglesia, es que siempre, como dije, he mantenido una mente más abierta. Creo que a veces por esta razón he sido catalogado dentro de la iglesia como uno de esos “hipócritas”. 


Permítame ser honesto y explicar: Muchas personas llegan a creer que mi cristianismo es erróneo, incorrecto y hasta “anti-cristiano” por la manera en que me conduzco diariamente.  No ando con una Biblia debajo de mi brazo.  No ando con cruces ni collares.  Mis comentarios en las redes sociales son bastante sarcásticos, burlones y a veces de un humor pesado.  Disfruto muchísimo series de televisión que rayan en lo irreverente y que se burlan y satirizan el mundo actual.  Puedo, en toda comodidad, sentarme en el balcón de mi casa, con mi esposa, a disfrutar un buen whiskey.  Tengo muy pocos tabúes.

 Creo que la teología ha evolucionado sin alterar el eje central ni la base de la misma y no tengo reparos en admitir mis posturas “controversiales” sobre la aceptación del homosexualismo como una orientación sexual normal en el mundo.

Usted que me lee es una persona igual que yo (cristiano o no) que se conduce diariamente por la vida, disfrutando las enormes bendiciones que Dios nos da. 

La diferencia entre una persona no-cristiana y yo, es que yo lo hago creyendo firmemente en que el enorme amor de Dios me rodea, en que me entiende, en que interviene en mi vida y en que Sus ideas sobre la vida y amor al prójimo proponen, a mi entender, una sana convivencia. Vivo mi vida con Jesús como centro de todo y con la firme intención de compartir Sus enseñanzas con quienes me rodean.

Quizás le suene chocante, pero le aseguro que mi devoción es enorme.  Creo en la evangelización activa, leo la Biblia, leo libros sobre Dios, estoy totalmente comprometido con la causa de Jesús y ¿sabe qué?, no me siento hipócrita, que falto a Dios, ni mucho menos que me alejo de Su propósito por mi comportamiento.  Por el contrario, dentro de la libertad que Jesús me permite, vivo mi vida disfrutando los días, compartiendo con el prójimo y llevando el mensaje de Cristo a todo el que puedo. 

Oiga, yo no soy perfecto ni mejor que alguien.  Decir que el cristianismo y mi devoción a Jesús me sacan de mi humanidad y me alejan de mis defectos no sería una aseveración correcta.  Ser cristiano no es sinónimo de perfección y ser imperfecto no me hace hipócrita.  Ser cristiano, para mí, es creer que Dios, en Su amor infinito, me ama y que a través de Su amor y gracia puedo lograr un cambio significativo en el mundo que me rodea, aún siendo imperfecto.

No creo que lo antes descrito como mi comportamiento normal sean defectos, ni mucho menos que vayan en contra de Jesús, pero en el cristianismo que vivimos hoy en día, muchas veces estas conductas no son aceptables por aquellos que afirman conocer a ciencia cierta el pensamiento completo de Dios.  Yo no creo conocer completamente el pensamiento de Dios.  John Burke explica en su libro “No se admiten personas perfectas” lo siguiente:

“Tiene que haber algo de misterio asociado a Dios.
 De modo que no sepamos a ciencia cierta en la manera en que Él opera.”

No critico quien afirma conocer totalmente los pensamientos de Dios, pero sí admito que yo no los conozco ni los entiendo completamente.  Soy fiel y me adhiero a La Biblia cuando establece:

“Mis pensamientos no son vuestros pensamientos.”

 Por esto, practico mi convicción cristiana de la manera en que entiendo e interpreto correcta, sana, saludable y acorde con Jesús y sus enseñanzas.

Tampoco quisiera que esto que le comparto le incomode, le moleste o le afecte.  Cada uno de nosotros establece una relación de amor profundo con Dios basada en la intervención de Su hijo Jesucristo en nuestra vida.  Creemos, todos los que hemos conocido a Dios y que es a través de Jesús que podemos conseguir la salvación eterna. Por esto, creo que cada relación con Dios es totalmente personal. 

No me considero más “cool” ni mejor que nadie por sentir que tengo una mente abierta sobre el cristianismo, al igual que no considero erróneo ni disparatero a aquel que tiene un pensamiento más conservador sobre Jesús y el “comportamiento correcto de un cristiano”.  Sí creo que todos; usted que no comparte mi idea de apertura y yo, que no comparto la suya conservadora, estamos en la misma misión, con la misma idea de llevar el mensaje del amor salvífico de Jesús a todos.

No espero convencerlo a que usted comparta mi visión de vida.  Tampoco es mi interés complacer su idea de Jesús pues La Biblia es enorme y aún ella misma no puede encerrar completamente a Dios. No vamos a estar de acuerdo en todo. Lo que sí podemos hacer es partir desde la base y de dónde convergemos para formar un ejército hermoso de cambio positivo. 

Yo soy así, de esta manera y en este estilo de vida he encontrado a Dios. Crezco, cultivo, intimo y mejoro mi relación con Dios día a día y no me avergüenzo de expresar mi total entrega y convicción a la causa de Jesús.  No hay nada mejor que vivir bajo Su presencia seguros que Su amor está sobre nosotros. 

Tampoco soy perfecto.  Mis errores son incontables y mis fallas incalculables.  Si en algo le he ofendido, discúlpeme, si le he fallado, excúseme, si le he herido, perdóneme. Intento diariamente parecerme más a Jesús.  Unos días lograré parecerme mucho a Jesús, otros serán más difíciles y quizás no lo logre.  En esos momentos a mi mente vendrá una cita de Max Lucado que decía algo como esto:

“Cuando lo logre, daré gracias.  Cuando no, buscaré Su gracia.”

Sea un día de gracias o de gracia, Dios está conmigo y mi intención de ser mejor y parecerme más a Jesús que me acompaña siempre. Respetemos las distintas maneras de relacionarse con Dios poniendo siempre como centro Su amor.  Solamente así podemos levantar una iglesia que sea realmente honesta, activa y pertinente. Solamente así podremos compartir con aquellos hermanos no cristianos el verdadero sacrificio y gracia de Jesús para la humanidad. Seamos honestos, aceptemos al prójimo, amemos a nuestros hermanos y parezcámonos día a día más a Jesús.  Amén.

[ilustraciones y fotos añadidas por Dialogo-metodista]

No hay comentarios.:

Publicar un comentario