1. Afecta relaciones
Una vez comienza una campaña los/las pastores/pastoras se convierte en contrincantes, en adversarios y en el impedimento a las aspiraciones del otro.
2. Es injusto
Rara vez los candidatos tienen los mismos recursos. Los candidatos y candidatas desarrollan campañas en desigualdad de condiciones.
3. Es un derroche de recursos
Incurren en grandes gastos en material promocional y logístico para vencer en la contienda electoral.
Aunque las redes sociales tienen sus usos legítimos; los medios de difusión social como Facebook, Twitter, youtube, prensa escrita, radial y televisiva, cruza calles, calcomanías y posters muchas veces no son educativos sino solo promocionales.
Usar éstos para “venderse” no es lo más apropiado para la iglesia por lo que necesitamos encontrar una mejor opción.
5. El delegado se ve presionado y obligado.
Se contactan a delegados para comprometerlos con su voto sin que éstos hallan tenido la oportunidad de analizar las sus opciones. Luego se sienten obligados a votar por un candidato en particular y no por lo que su conciencia le dicta.
6. Esto es riesgoso para la iglesia
El candidato con mas recursos, contactos y mejor manejo publicitario podrá proyectar una mejor imagen. Los delegados serán influenciados con estrategias publicitarias a votar por éste no necesariamente por ser el candidato idóneo para servir la iglesia, sino por la efectividad de su campaña.
En vez de un evento educativo y de orientación lo que ocurre es la creación de una imagen del candidato o candidata.
9. No se presentan soluciones
Con una buena imagen las ideas y el Proyecto de Iglesia cobra segundo plano. Se tiende a presentar soluciones genéricas y promesas de campaña únicamente.
10. Imitamos lo peor del "mundo."
En medio de los fragor de una campaña intensa se presta a un sinnúmero de acciones que son comunes en campañas políticas pero que dentro del cuerpo de Cristo son indeseables.
11. Puede hacer daño moral y espiritual
Las campañas electorales tienden a inducir a la compra de votos, y otras aciones indeseables. Existe la tentación de criticar al otro con ataques personales y destruir su imagen en vez de educar al pueblo. Estas acciones usualmente se hacen a trastienda y no públicamente.
Esto puede hacer un daño moral y espiritual irreparable y afecta a toda la iglesia. Eventualmente con el discernimiento que posee la iglesia, ésta se da cuenta y se siente defraudada.
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