Yo también tuve un sueño.

Había silencio y paz, no habían reuniones ni encuentros, ni llamadas telefónicas, ni visitas inesperadas. No se escuchaban pronósticos ni estadísticas. Se había terminado el concurso de endosos. No había discrimen ni favoritismo, ni conflictos de interés. Nadie hacia la pregunta inoportuna ¿"Por quién vas a votar"?
Nadie pudo comprometerme con palabrerías o intimidarme con su autoridad ni ganarme con sus promesas. No decidí mi voto por temor ni lo vendí por lentejas. No escuché voces y ruido; escuché mi conciencia.
En mi sueño pensaba en el futuro de mi iglesia y no fui egoísta, puse a Dios y la Iglesia primero y a mí último. Dije en mi sueño, daré un voto de conciencia.
Desperté con alegría, Dios me había visitado, Él hará su obra y yo seré parte de eso.

Con regocijo,
David Febo Serrano
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