jueves, 20 de abril de 2017

Creación y mito en Génesis


Creación y mito en Génesis

Por Rubén Bernal Pavón, España


…el lenguaje mitológico puede ser un excelente vehículo de la Revelación, más sugestivo y hondo que el de la ciencia...

Muchos cristianos se escandalizan y no llegan a admitir que la historia de la Creación de nuestro canónico libro de Génesis está elaborada a partir de mitos populares del mundo antiguo sobre los orígenes del cosmos (principalmente de Mesopotamia y Egipto). Creen que este descubrimiento atenta contra la verdad de la Biblia y reaccionan negativamente ante él. Aun así la Creación en Génesis tiene cuantiosas e importantes diferencias que testimonian su inspiración divina, a pesar de estar escrito con el lenguaje del mito y con estructura poética que además es totalmente precientífica. El lector sensible a estas diferencias apreciará la originalidad de estos relatos canónicos sin considerarlos un mero plagio de mitos antiguos. De hecho, algunos autores apuestan por denominar nuestro relato sagrado como “antimito” dado que se opone revolucionariamente a las ideas –pudiéramos decir respetuosamente ingenuas- del politeísmo arcaico.

Según los especialistas en Génesis, encontramos dos relatos distintos sobre la Creación procedentes de fuentes distintas (éstos son Gn 1,1- 2,4a; y el segundo 2,4b-25): el primero está relacionado posiblemente con la historia akadia del Enuma Elish y el segundo, el del Gan-Eden o huerta del Edén (dos palabras sumerias, que se refieren a la huerta donde habitará el ser humano en el plano escatológico). Ahora bien, el creyente no ha de alarmarse de que el relato inspirado esté basado en mitos del mundo antiguo pues, como expresaba el filósofo alemán Josef Pieper:

El creyente cristiano no tiene por “realidad histórica” ni el relato bíblico de la creación ni tampoco el relato sobre el paraíso, y sin embargo está persuadido de que en tales historias se dice algo intangiblemente verdadero.

Esta afirmación del pensador alemán, respetuosa con la inspiración bíblica y a la vez que consecuente con el concepto de mito según la teología, es la mantenida por protestantes y católicos en todo el mundo (a excepción de ciertos sectores muy populares en el evangelicalismo conservador de influencia estadounidense). Generalmente los especialistas identifican y comparan el carácter mítico de Génesis 1-11 con las mitologías de algunas culturas cercanas a Israel. Por tanto, para comprender la Creación -tal como figura en Génesis- se debería al menos fijar la atención en obras como la Enuma Elish (relato babilónico de la creación ya antes mencionado), la Épica de Atrakasis (o Atrahasis) y los textos egipcios de la creación (uno de Menfis y otro de Hermópolis) y, sin embargo, tener a la vez la sensibilidad de percibir el propósito de Dios para hacer uso de mitos ya conocidos y transformar su sentido. Los autores del Comentario del Contexto Cultural de la Biblia- Antiguo Testamento dicen al respecto: «Debemos darnos cuenta sobre cuán a menudo Dios usaba lo que era familiar a su pueblo para edificar puentes hasta ellos». De hecho, en relación a la mitología en el cercano Oriente y su relación con el Antiguo Testamento, estos autores reconocen que, como la revelación divina implica una comunicación efectiva, Dios mismo usaría elementos conocidos y familiares para comunicarse con su pueblo, en este caso, los mitos.

Un ejemplo ilustrativo lo encontramos en la serpiente del relato bíblico (Gn 3,1). En Oriente antiguo este reptil era considerado como prototipo de astucia y símbolo de sabiduría y poderes mágicos. Este recurso ha sido empleado en la epopeya de Gilgamesh y ha dado representación al dios sumerio Ningishzida y a la diosa egipcia Amenet.

En este sentido el profesor Tellería comenta:

En muchas culturas antiguas la figura de la serpiente era un símbolo de astucia o de engaño; no son pocos los relatos míticos en los que las serpientes y los árboles juegan un papel importante. Sin duda alguna, el hagiógrafo debía conocer narraciones de este tenor a la hora de componer su relato inspirado, por eso, tomando una figura que formaba parte de su elenco cultural común, la introdujo en su composición dándole un sentido completamente nuevo y definitivo en la tradición bíblica.

En cuanto al hecho de que Dios creó al ser humano con arcilla, el profesor Ariel Álvarez dice que al igual que los babilonios explicaban cómo sus dioses habían amasado con barro a los hombres y los egipcios en las paredes de sus templos representaron a la divinidad formando al faraón con arcilla, el escritor sagrado contó el origen del hombre basándose en la misma creencia popular, aunque eso sí, con diferencias teológicas vitales. Para Álvarez, el relato de la creación del Génesis es meramente una parábola. En esta misma sintonía, el doctor en ciencias químicas y profesor de Ciencia y Fe en la Facultad de Teología SEUT, Pablo de Felipe, expresa que los relatos de los orígenes de Gn.1-2 son polémicos para su tiempo, pues suprimen la batalla del dios Marduk con Tiamat, y reduce a simples lámparas a los dioses lunares mesopotámicos (como Sin) y al dios de Egipto Ra, el poderoso dios sol, etc. Este autor considera que -aun basándose en los mitos de su tiempo- los relatos bíblicos deben considerarse por estos motivos como antimitos. Es decir, al penetrar la Revelación divina en el mito, su luz coloca cada cosa en su sitio, aunque no por ello, la forma narrativa mítica sea necesariamente cambiada. Como expresa Pablo R. Andiñach: «[El relato bíblico de la Creación] no está exento de alusiones a los mitos cosmogónicos mesopotámicos especialmente para establecer sus diferencias teológicas».

Wenham lo enuncia de modo parecido: «A fin de apreciar la originalidad y el carácter único de Génesis, su relato de la creación ha de compararse con otros relatos antiguos sobre el mismo período, procedentes de Babilonia, Egipto y Canaán». Wenham también considera que los relatos de los orígenes de la otras culturas fueron transformados por el escritor bíblico para dar a conocer a sus contemporáneos sobre el verdadero carácter de Dios, por lo que, de ningún modo, es una explicación científica o histórica de la creación. Asimismo, según J.R. Porter, el relato de la creación era originalmente un poema o un himno y que, basándose en las antiguas tradiciones mitológicas del mundo antiguo, su objetivo era glorificar a Dios más que dar una explicación científica sobre los comienzos del universo.

Por ello, como Jonathan Morales explica:

Para cuando la Biblia Hebrea entra en escena en esta breve pero agitada obra que es la historia de la civilización, el creciente fértil tenía ya a su disposición una rica biblioteca de relatos acerca de los orígenes del mundo, del ser humano y su mortalidad, el amor, la solidaridad, la maldad y el sufrimiento.

Incluso si creyésemos como en el siglo XVIII que los relatos de la Creación fuesen obra absoluta de Moisés -evitando la erudición contemporánea y las conclusiones de los especialistas- seguiríamos en la misma conclusión respecto al empleo de los mitos. Por ejemplo, uno de los máximos exponentes en esta posición precrítica y fundamentalista del estudio bíblico como es G.L. Archer atribuye a Moisés una labor de compilador e intérprete guiado por el Espíritu, de un material preexistente. Si a esto le sumamos que Moisés tuvo la educación y el trasfondo propio de heredar la cultura mesopotámica originaria de los patriarcas y el conocimiento dado por sus tutores egipcios (Hechos 7,22), es evidente que emplearía mitos ya conocidos de estos dos lugares como vehículos de la revelación. Dada la similitud de nuestro relato bíblico con la mitología de los pueblos vecinos en Oriente Medio, Amador-Ángel García Santos prueba que los mitos hebreos no son una creación independiente de su pueblo. Génesis 1-11 no se entiende fuera del marco ideológico sirio-mesopotámico pues forma parte del mismo elenco cultural.

La clásica paternidad mosaica del pentateuco como la entiende G.L. Archer y otros autores ultraconservadores ha sido desde el siglo XIX abandonada. Diversos especialistas actualmente abogan que Génesis -como parte de un Tetrateuco- fue redactado en tiempos del exilio babilónico y que, su confección se debió para servir de prólogo para una historia deuteronomista ya existente. Esto se debe a que los judíos en su deportación a Babilonia estuvieron más cerca de aquellos mitos mesopotámicos de la Creación, y que haciendo uso de ellos, refutaban su enseñanza incorporándole una teología diferente (la cual entendemos los creyentes como inspirada por Dios). Así pues, el Pentateuco en general es consecuencia literaria y teológica de la era postexílica aunque seguramente hace uso de materiales anteriores que son imposibles de determinar.

Es habitual que muchos creyentes consideren el relato bíblico como el verdadero y piensen que todos los demás mitos sean derivaciones corruptas de la historia original. Sin embargo tal conclusión no cuenta con respaldo académico, y es una forma piadosa de encubrir una realidad que inequívocamente es mucho más significativa y profunda de lo que creíamos, tanto para el tiempo en que dicha revelación llegó, como para nosotros hoy si la entendemos a la luz de la cosmovisión en que fue dada. La teoría de que el relato bíblico es el más antiguo aunque pretende ser fiel a la Palabra de Dios en realidad enmascara su verdadero valor y no hace justicia al auténtico mensaje divino. Un mal entendimiento de lo que significa el género literario del mito combinado con ciertas dosis de superstición, literalismo bíblico y una mala comprensión de la inspiración bíblica (como si de un dictado divino se tratase) pueden sacarnos de lo verdaderamente significante del texto perdiéndonos en los detalles poéticos. Por ello, tenemos que ser conscientes de que la Creación no viene narrada en Génesis como si se tratase de historiografía moderna o un libro de ciencias, sino que hemos de tener en cuenta su género literario y ser competentes en nuestra lectura bíblica para la comprensión de lo que consideramos revelación bíblica. Como dice Severino Croatto: 

«…el lenguaje mitológico puede ser un excelente vehículo de la Revelación, más sugestivo y hondo que el de la ciencia... Ahora bien, la interpretación literal del lenguaje mitológico es la consecuencia del no admitir que exista dicho lenguaje en la Biblia» 

y al entenderlo literalmente como historia moderna su comprensión se degenera y distorsiona.

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