Febrero de 2012
San Juan, Puerto Rico.
No
tratemos de construir el Reino de Dios.
Samuel
D. Febo-Cotto
Hace algún tiempo hablaba con un joven de la Iglesia Bautista respecto
a las formas en las que hacemos iglesia.
El joven, José García es nieto del reconocido Rvdo. Ángel Luis Gutiérrez
quien fuera Ministro Ejecutivo de la Iglesia Bautista en los 70. Sucede que
Joselito, como cariñosamente le conocemos, me comentaba cuan ineficientes
podemos ser como comunidades de fe a la hora de realizar la labor cristiana a
la que hemos sido llamados. Su
preocupación no era por asuntos de moralidad o ética, sino por un problema
superior y de mayor importancia; el asunto de la búsqueda de la perfecta
Justicia de Dios, de su Paz, de su Misericordia y de la Expansión del Reino. Concluimos
que no era que fuésemos ineficientes en sí, sino que habíamos desobedecido al
llamado de Jesús.
Muchas personas en primera instancia podrían pensar que ese
desobedecer a Jesús, se refiere al encuentro con el pecado, sin embargo, realmente
se refiere a la construcción de reinos.
No hay duda de que sabemos construir iglesias, tanto que en nuestro
país, casi literalmente, hay una iglesia en cada esquina. Aún así, la justicia de Dios se vive en muy
pocos espacios y esto incluye a las iglesias.
En mi opinión, es que hemos visto el mensaje de Jesús y lo hemos
ignorado.
Jesús vino a crear un puente entre Dios y lo humano. Puente que se
había roto con las estructuras burocráticas de la religiosidad judaizante;
ruptura del contrato por parte del ser humano que Dios estableció con Abraham. Era la sinagoga, cabeza de la institución
religiosa la que no estaba propagando el Reino de Dios sino limitando el reino
y viviendo en contubernio con el estado.
Hoy día la iglesia; ésta que se construye en nombre de Jesús como
alternativa a aquella estructura representada en la figura de la sinagoga, no
solamente ignora su mensaje, sino que una vez más, es piedra de tropiezo para
que el humano se acerque a Dios.
Joselito me dijo; Es que estamos tratando de construir el Reino
y no expandiendo el Reino. Realmente es así, Jesús no nos llamó a construir
el Reino, sino a llevar la Buena Nueva de la Fe en Cristo y obrando así,
expandir el Reino. A fin de cuentas,
Solamente Dios puede construir el Reino. Que arrogancia la nuestra de pretender
otra cosa cuando nosotros solamente somos mensajeros del Reino.
Para nosotros construir el
reino, o como prefiero llamarle, construir
muchos reinos o reinitos, es ver iglesias nuevas cada año, es ver más
personas en las iglesias y que los erarios del pueblo se traspasen a las
iglesias. ¡Es el glamor de la sinagoga una vez más! Jesús, por su parte no quiso iglesias, no
quiso reinos, no quiso dinero. Me parece
que esta idea a de ser novel para la iglesia de hoy, pues las iglesias quieren
dinero, prestigio, muchas personas y en general grandes dígitos en todas sus
instancias.
Es hora de dejar el engaño del pecado del orgullo, de dejar de
tratar de construir reinos y empezar a expandir el Reino una vez más. Cuando lo tengamos todo listo; que hallamos
alimentado al pobre y atendido al desamparado. Cuando hallamos sanado al
enfermo y cuidado de la viuda. Cuando hayamos permitido que los niños sean
parte prima del Reino. Cuando hayamos obedecido la voluntad de Jesús, en amar al prójimo como a nosotros mismo y a
Dios sobre todas las cosas; entonces podremos decir; hemos empezado a expandir
el Reino.
[ilustraciones y fotos añadidas por Dialogo-metodista]
[ilustraciones y fotos añadidas por Dialogo-metodista]